De joven, Jimmy Carter fue suboficial en la Marina de los Estados Unidos, y quedó profundamente impactado por el Almirante Hyman Rickover, el cerebro detrás de la flota de submarinos nucleares de ese país.
Al poco tiempo de su asunción como presidente, invitó a Rickover a la Casa Blanca a almorzar. En esa ocasión, el almirante le obsequió a Carter una placa que decía: «Oh Dios, tu mar es tan grande y mi barca tan pequeña». Esa oración da una perspectiva útil del tamaño y de la complejidad de la vida, y de nuestra incapacidad para manejarla por nuestra cuenta.
Salomón también sabía que la vida podía ser abrumadora. Cuando sucedió a su padre David como rey de Israel, le confesó su debilidad a Dios, diciendo: «Ahora pues, Señor Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir» (1 Reyes 3:7). Como resultado de ello, pidió sabiduría para gobernar de una manera que agradara a Dios y ayudara a los demás (v.9).
¿Sientes que la vida te queda grande? Puede que no haya respuestas fáciles para los desafíos que enfrentas, pero Dios promete que, si le pides sabiduría, Él te la concederá (Santiago 1:5). No tienes que enfrentar tú solo los abrumadores desafíos de la vida.
Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente
y sin reproche, y le será dada. 6Pero pida con fe, no dudando nada.
Santiago 1:5
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