21 ene 2011

La identidad del cristiano!



Hay un ave llamado Kiwi. Es una pequeña ave endémica de Nueva Zelanda, considerada como símbolo nacional. Al tratarse de un ave no voladora, no sería apropiado referirse a ella como un pájaro. Sus alas han desaparecido con el tiempo, permaneciendo solamente sus dos gruesas piernas sosteniendo el pesado cuerpo. Se alimenta de frutos e insectos que viven en tierras fértiles de este país. Como anda mayormente de noche, sus ojos han perdido la visión casi por completo. Han desarrollado, en cambio, el olfato y el tacto en los pies. Pisan la tierra y encuentran la presa con el pico y las patas. De esta manera, las dos características más importantes de toda ave, que son las alas y la visión, se han degenerado, desarrollándose otros sentidos.
El Kiwi es un ave, solamente en el color y en su apariencia. Vive cavando la tierra en busca de insectos. Su condición es penosa como ‘ave’, pues ha perdido toda autoridad como tal y por ende, también su atractivo. Cuando perdemos nuestra identidad como hijos de Dios, terminamos siendo como las aves Kiwi. El sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros, está lejos de ser como esta ave que sale de noche porque se encuentra demasiado atemorizada para salir de día, y cava la tierra para comer. Cuando tenemos bien clara nuestra identidad como hijos de Dios, nuestra apariencia será hermosa y de un color bien definido. Debemos procurar objetivos distintos a los demás, tener una vida diferente, tenemos que amar a Dios con todo nuestro corazón, crecer a diario en la semejanza de Jesús, ser ‘uno’ en amor en la familia espiritual, bendecir al mundo con el evangelio de Jesús, y servir con amor el prójimo.


Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Mateo 5:9

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