10 ene 2012

El amor de Dios es constante!!!


Muchos vivimos con el oculto temor de que Dios está enojado con nosotros. En algún lugar, alguna vez, en alguna clase de escuela dominical o programa de televisión nos convencieron de que Dios tenía un látigo colgado del hombro, una paleta en el bolsillo trasero, y que nos va a dar con todo si sobrepasamos la línea.
¡Ningún concepto puede ser más equivocado! El Padre de nuestro Salvador nos estima mucho y solamente desea impartirnos su amor.
Tenemos un Padre que rebosa de compasión, un Padre tan sensible que sufre cuando sus hijos sufren. Servimos a un Dios que dice que incluso cuando estemos presionados y sintamos que nada nos sale bien, Él nos espera para abrazarnos, hayamos triunfado o no.
Él no llega a nosotros peleando ni forzando su entrada en nuestro corazón. Llega a nuestro corazón como un manso cordero, no como un león rugiente.

Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
Salmos 86:5

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