Vuelve a informarle a Juan lo que oyes y ves: «Los ciegos reciben la vista, los cojos andan … y a los pobres es anunciado el Evangelio».
Esta fue la respuesta de Jesús a la agonizante pregunta de Juan desde el calabozo de la duda: «¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?»
No sabemos cómo recibió Juan el mensaje de Jesús, pero podemos imaginarlo. Me agrada imaginar que apareció en sus labios una leve sonrisa al escuchar lo que el Maestro dijo. Porque ya comprendía. No era que Jesús permaneciera en silencio; era que Juan había estado esperando la respuesta que no debía esperar. Juan había estado tratando de escuchar una respuesta a sus problemas terrenales, mientras que Jesús estaba ocupado resolviendo sus problemas celestiales.
Eso es algo que vale la pena recordar la próxima vez que escuches el silencio de Dios.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:14-15
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