El cabo Desmond Doss fue el primer objetor de conciencia en ganar la Medalla de Honor del Congreso, la condecoración militar más importante en los Estados Unidos. Doss era un consagrado seguidor de Cristo y creía que no debía matar a otras personas, pero deseaba servir a su país; entonces, se ofreció para trabajar como médico. Durante el entrenamiento en el regimiento, los demás soldados se burlaban de él porque se negaba a disparar un rifle. Lo ridiculizaban cuando leía la Biblia y se arrodillaba junto a su cama por la noche para orar. Sin embargo, en combate, la historia cambió.
En mayo de 1945, durante la batalla de Okinawa, en la Segunda Guerra Mundial, Doss arriesgó varias veces su vida para rescatar a cientos de hombres heridos. Por sus acciones generosas, se ganó la gratitud y el respeto de sus antiguos críticos y de aquellos cuyas vidas había salvado.
Frente a la crítica injusta, Pedro les dijo a sus compañeros cristianos: «Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis» (1 Pedro 3:14). Los instó a honrar a Dios en sus corazones y a estar preparados para responder de manera respetuosa a todo el que preguntara sobre la esperanza que ellos tenían (v. 15).
Que nuestra respuesta a un mundo sufriente, que suele ser hostil a Cristo, sea tal que demuestre el amor de Dios.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
Santiago 1:12
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