25 feb 2011

Héroes de la fe!!



La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres fieles de Dios que creyeron en Él hasta el fin y experimentaron Su poder para bendecir, sanar y salvar.
Un siervo (el jefe de los mayordomos de Abraham) y un rey (Salomón) pidieron sabiduría y Dios la concedió en cada caso (Génesis 24:1-27; 1 Reyes 3:4-14). Ana pidió bendición y que la librara de su vergüenza, y Dios le concedió su petición (1 Samuel 1:1-20). Moisés y Daniel intercedieron por la nación de Israel y Dios los oyó y les contestó en misericordia (Éxodo 32:1-14; Daniel 9).
Nehemías oró por la restauración de Jerusalén (Nehemías 1:1-11) y fue protegido mientras reconstruía los muros. Después de una vida de devoción a Dios, Ana y Simeón recibieron señales de confirmación de la promesa de Dios de un Redentor (Lucas 2:25-38). Pablo y Cornelio recibieron entendimiento acerca del camino de la salvación después que ellos oraron (Hechos 9:1-20; Hechos 10).
Jesús en Su bautismo (Lucas 3:21-22) y los discípulos en Pentecostés
(Hechos 1:14; 2:1-4) recibieron el Espíritu Santo después de orar. Pedro y Juan recibieron visión profética y revelación mientras oraban (Hechos 9:1-15; 11:1-18; Apocalipsis 1:9-10). Pablo y Silas fueron liberados de la prisión después de orar y cantar a Dios (Hechos 16:16-34).
A través de estos ejemplos, Dios nos dice que Él también quiere intervenir a favor de nosotros en nuestros asuntos. Somos Sus hijos amados, redimidos por Su Hijo y bajo preparación para gobernar y reinar con Él en la eternidad. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).


¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Romanos 8:31-32

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